Baal, una deidad semítica cananea, era adorada en diversas culturas del Mediterráneo oriental como una figura asociada con la lluvia, del trueno y de la fertilidad. Su culto, que implicaba rituales que a menudo incluían sacrificios y la adoración de ídolos que representaban su figura, era conocido por su carácter polémico, especialmente entre aquellos que consideraban que adorar a Baal era adorar a falsos ídolos.
A lo largo de la historia, su influencia se extendió, y algunos lo asociaron con Belcebú, un demonio en la tradición hebrea. Esta conexión agregó una capa adicional de controversia a la adoración de Baal, que persistió en diversas formas a lo largo del tiempo, enfrentando oposición y críticas de aquellos que la consideraban una práctica idolátrica.